viernes, 2 de marzo de 2012

Papá

Los diez coños más famosos de la historia

1.- ¿Cuándo “coño” va a parar esta lluvia? (Noé, año 431 A .C.).
2.- ¿Cómo “coño” se te ocurrió esa milonga? (La madre de Pitágoras, año 126 A.C.).
3.- ¡¡¡”Coño”, qué calor!!! (Juana de Arco , año 1431).
4.- ¿Cuándo “coño” vamos a llegar? (Cristóbal Colón, año 1492).
5.- ¿Cómo “coño” queréis que pinte el techo? (Miguel Ángel , año 1566).


6.- ¿Qué “coño” te has tomao Julieta? (Romeo, año 1595).
7.- ¿De dónde “coño” han salidos todos estos indios? (General Custer, 1887 )
8.- ¿Por dónde “coño” entra tanta agua? (Capt. Smith, SMS Titanic, 1912).
9.- ¿Por qué “coño” no entendéis esto? (Einstein, año 1938).
10.- Vamos Mónica, ¿qué te pasa? ¿Quién “coño” se va a dar cuenta? (Bill Clinton, 1997)

Las manos de la India

Ante situaciones extremas, utiliza la imaginación.

Cuentan que, en la Edad Media, un hombre fue injustamente acusado de asesinar a una mujer. En realidad, el verdadero autor era una persona influyente y por eso buscaron a un “chivo expiatorio” para encubrir al verdadero culpable.
El hombre fue llevado a juicio, conociendo que tendría poca oportunidad de escapar al veredicto: ¡ LA HORCA !

El Juez, también cómplice, cuidó de que pareciera un juicio justo y le dijo al acusado:

- “Conociendo tu fama de hombre devoto del Señor, vamos a dejar en manos de Él tu destino. Vamos a escribir en dos papeles separados las palabras culpable e inocente. Tu escogerás uno de ellos y será la mano de Dios la que decida tu destino”

Por supuesto, el juez corrupto había preparado dos papeles con la misma leyenda: “CULPABLE” y la pobre víctima se dio cuenta que era una trampa.

No había escapatoria.

El Juez conminó al hombre a tomar uno de los papeles doblados.

El hombre inspiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados pensando, y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse, abrió los ojos y con una extraña sonrisa, escogió y agarró uno de los papeles y, llevándolo a su boca, lo engulló rápidamente.

Sorprendidos e indignados, los presentes le reprocharon airadamente.

- “Pero… ¿qué hizo?… ¿Y ahora?… ¿Cómo vamos a saber el veredicto?”

- “Es muy sencillo” respondió el acusado. “Es cuestión de leer el papel que queda y sabremos qué decía el que yo escogí”

Con rezongos y disgustos mal disimulados, tuvieron que liberar al acusado, y jamás volvieron a molestarlo.